
Sociabilidad
Criterios de reconducción en casos de miedo generalizado
Todos llegamos a observar como nuestros perros, al igual que nosotros, actúan con desconfianza en determinados contextos o ante objetos o individuos concretos. Siempre mediante trabajo emocional podemos cambiar la visión o la perspectiva que tenemos hacia ello. En ocasiones, podemos minimizar la sensación de rechazo y repulsión evitando el bloqueo, además en otros casos, generar una visión positiva y cambiarla por completo. Podríamos concluir que los miedos puntuales entran dentro de unos parámetros aceptables, que no trastocan de forma traumática nuestra calidad de vida.
Sin embargo, en ejemplares concretos la desconfianza y el miedo se apoderan de forma estructural de todas las rutinas. Son los eternos presentes. Son muy claras y visuales las consecuencias, la calidad de vida se reduce a espacios muy concretos en donde los estímulos que les acechan desaparecen o los perciben en la distancia, lejos del umbral de seguridad. La reacción natural es la huida obsesiva a esos espacios, el alejamiento instintivo de lo negativo. No debemos caer en la resignación, ante esto hay que actuar, pero hay que hacerlo sin torpezas, sin quebrar la confianza del perro. Se puede.
La huida siempre tiene que ser una opción, nunca la única opción. La exploración para superar inseguridades y el esfuerzo para las adversidades tienen que hacerse un hueco, con el fin de desterrar la sensación permanente de fracaso. Sentirse incapaz de superar la más mínima adversidad avoca al perro a un precipicio cada vez mayor. Su calidad de vida será cada vez más precaria y se sumirá en la más absoluta indefensión.
Necesariamente el perro tiene que salir de su posición de confort para ganar adaptabilidad. Vamos a activar las herramientas emocionales necesarias para mejorar el carácter. Vamos a vacunarlo contra sus inseguridades y sus miedos. Expondremos puntualmente al perro a retos emocionales mínimos a los que hacer frente. El objetivo será el de cambiar la motivación ante estímulos a priori negativos, bien porque
supongan novedad, bien porque provengan de una experiencia anterior no grata.
Todo se realizará bajo criterios de una planificación previa. Iniciaremos el trabajo con retos muy accesibles, de baja intensidad. Escalonaremos el esfuerzo sin prisa alguna, como lo haríamos para preparar su estado físico. Vamos a entrenar el
músculo emocional. Solo avanzaremos al segundo escalón si el primero lo ha superado de forma clara, solo si percibimos que no existe ya presión alguna en el perro. El cambio de motivación ante el estímulo experimental tiene que ser claramente positivo.